Crónica: La Talaia Marathon Trail

Si te dijera que puedo resumir la prueba con «carrera cohete» ¿qué es lo primero que se te vendría a la cabeza?

Lo que voy a explicarte aquí es la crónica de mi primera participación en una maratón de montaña, concretamente en la La Talaia Marathon Trail, y de cómo cualquier cosa es posible en una carrera, sin importar lo bien preparado que estés.

También es la historia de un principiante con mucho por aprender y que recién empieza a conocer algunos de los obstáculos que hay que superar en las carreras por montaña.

En una carrera pueda haber cantidad de momentos increíbles, pero de todos ellos, hay uno extremadamente placentero y que siempre puedes esperar sin sorpresas. Te estoy hablando obviamente del momento en el que te quitas las bambas y dejas caer encima de ti el agua de la ducha.

Si a este punto llego cansado o destrozado, es más que probable que también me sienta muy satisfecho. Así de masocas somos algunos.

Entonces ¿me sentía satisfecho? Paciencia. Ahora te cuento.

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La Talaia Marathon Trail cronológicamente a la inversa

Merecida ducha la que me acababa de pegar, pero secarse y cambiarse no iba a ser tan fácil. Cualquier posición que me obligara a doblarme acababa produciéndome una fuerte rampa en el abdomen o en el isquio. En fin, qué esperaba después de la intensidad de los últimos 42 kilómetros. Además, hacía menos de 5 minutos que había pasado por la línea de meta. ¡Y de qué manera!

Me encontraba en el último tramo de la carrera, el que recorre todo el camping antes de llegar a meta, y detrás mío acababan de aparecer dos corredores. A estas alturas el tiempo iba a ser prácticamente el mismo y quedar una posición arriba o abajo era prácticamente irrelevante. Podría haber continuado con el ritmo que llevaba pero… decidí apretar para que no me adelantaran.

Cuando subí el ritmo, las piernas totalmente adormiladas fueron despertando, y con ellas también los doloridos abductores. El dolor en el estómago también crecía de forma directamente proporcional a la velocidad. Aquellos últimos dos minutos de carrera eran los últimos instantes de diversión de la maratón y tocaba dar todo lo quedara.

No quiero mentirte, así que voy a contarte algo. Si en los últimos metros decidí correr así, no fue sólo por la razón anterior, también fue porque no quería pasar por meta del mismo modo que había recorrido los últimos 12 kilómetros, andando.

Kilómetro 40

Llego al avituallamiento y joder ¡tienen agua! En otra situación no hubiera sido igual, pero hoy se me ha hecho eterno llegar hasta aquí andando. El calor de mediodía no ayuda en absoluto y tampoco lo hace no haber podido beber ni un trago de agua en los últimos 12 kilómetros.

Me gusta correr y sobretodo me gusta correr rápido, pero sólo poder andar cuando sabes que tus piernas normalmente te permiten ir a un ritmo mayor es… ¿cruel? ¡y muy aburrido!

Cuando llego a este punto ya me ha dado tiempo de todo. De enfadarme, de desmotivarme totalmente, y también de aceptar la situación y perdonarme a mi mismo. No pienso en nada salvo en llegar a meta, saber qué tal le ha ido a mi amigo Eric en su primera trail, refrescarme y comer.

Kilómetro 32

Desde hace dos kilómetros me encuentro en el último cuarto de la carrera y aunque la organización no piensa lo mismo, para mi el tramo más rápido. Lo duro ya ha pasado y las trialeras de ahora serán pura diversión, y más con la idea de la meta cerca. Ahora toca darlo todo.

Me había estado moderando en todas la bajadas anteriores para poder apretar aquí. Todo con la idea de no castigar demasiado las piernas y poder correr a buen ritmo. Sin embargo, en la bajada de hace unos minutos, he tenido que tirarme a un lado del camino con las piernas completamente agarrotadas. Los amagos de hace un rato han acabado convirtiéndose en lo que menos quería, rampas en los abductores como los de la semana anterior y razón por la que escribí el post de los calambres musculares.

Hace un par de kilómetros el trazado de la maratón y de la carrera de 25km se han unido, así que los caminos han dejado de ser tan solitarios. Algunos corredores pasan y me preguntan si estoy bien. Les contesto que sí, que son sólo unas rampas, pero la realidad es que psicológicamente acabo crujir. ¡Bye bye carrera! Adiós a todas mis expectativas.

Ya no es por el tiempo o la posición, después de todo es mi primera maratón de montaña y sólo tengo que rendir cuentas conmigo mismo. Pero mi yo interior me dice que sea el ritmo que sea, quiere correr. Pero ahora, al mínimo intento de ponerme de pie, las piernas no me dejan.

Aunque les digo que estoy bien y que continúen, dos hombres se paran y me ayudan a estirar un poco las piernas. ¡Gracias a los dos! Unos segundos después parece que puedo continuar andando.

Kilómetro 26

Acabo de subir el que tenía marcado como 6to ascenso. Vengo de dejarme mucho espacio entre el 7º y yo, y la 9ª me ha alcanzado. Hace un rato, después de la primera subida al Pic de l’Àguila, los abductores ya me hacían extraños, así que decido moderar aún más las subidas y me suelto algo en las bajadas, pero sin pasarse.

Llevo rato arrastrando un fuerte dolor de barriga, similar al de la carrera anterior, sólo que esta vez en lugar de 8km por delante quedan 18km y sé que en un momento u otro voy a tener que parar. Justo coronar el ascenso me retiro a un lado de la pista y la chica que va en 9º posición me pregunta mientras supera mi posición «¿Estás bien?». Se extraña de que me aleje del camino. Para mis adentros pienso que aunque vienen algunas trialeras, los próximos kilómetros hasta meta voy a volar y recuperaré posiciones. Obviamente si las piernas me respetan… pero lo he hecho bien. He procurado de tomar las pastillas de sales cuando tocaba y he ido hidratándome constantemente. Nada puede salir mal.

En fin, paro en un lado y hago mis necesidades lo más rápido que puedo. Estoy bastante descompuesto, para qué negarlo, pero lo que decía, ahora toca darlo todo.

Mientras estaba parado el 10º también me adelanta. No pasa nada, ahora lo alcanzo. Sin embargo en la primera trialera en descenso, antes de llegar al cruce donde empiezan a mezclarse los corredores de la maratón y La Talaia 25km, se que algo definitivamente no va bien.

Efectivamente. Mientras continuo bajando aparece una rampa en un abductor, pero no es de aquellas que vienen de golpe, sino que siento que algo va tensándose poco a poco. No paro y parece que se calma. ¡Mierda, mierda!

Kilómetro 18

«¡Ahora entiendo de dónde han sacado el desnivel!» pienso después de acabar el ascenso más interesante de toda la carrera. Sin desmerecer a las otras carreras, esto sí es una subida.

El hecho de que nunca haya corrido por un sitio así, me deja muy claro la de horas y carreras que aún me quedan por delante. Siento una mezcla de vergüenza y de optimismo. Vergüenza porque no me la esperaba y me muevo patosamente por este terreno, y optimismo porque sí o sí llegaré a dominar este tipo de terrenos. De hecho, aunque agotador, me parece mucho más divertido que un simple sendero de montaña.

En este punto voy 7º y el 8º me alcanza. Iré con él prácticamente durante los próximos 8km.

Kilómetro 15

Piso Canyelles. Piso asfalto. Aún queda mucho por delante pero me siento genial. No considero que esté forzando demasiado, pero esa es la idea, reservar porque esto sólo acaba de empezar y justo ahora toca una ascensión bastante bestia. A partir de ahí prácticamente podré volar y me daré algo más de cuerda para hacer el loco.

Hace un rato el 7º me alcanzó y nos hemos turnado la 6ª y 7ª plaza durante unos minutos. Hablamos poco pero pienso que es un tipo simpático. Aunque ahora no es el caso, me viene a la mente una reflexión que tengo en mente desde hace tiempo, probablemente de cuando corrí mi primera maratón acompañado por un desconocido.

Creo que cuando corres con alguien intensamente, no necesitas decir mucho o conocerse mucho para crear una especie de vínculo. Es como si el hecho de estar practicando algo que requiere tanto de ti, y que a la vez te apasiona tanto, te «sintonizara» con la persona que tienes a tu lado.

Kilómetro 8

Acabo de subir por un camino entre árboles increíble. Hoy va hacer calor y estoy seguro que las sombras por las que he pasado, serán todo un lujo dentro de algunos kilómetros. Me siento fresco, aunque aún queda mucho. Mantengo la 6º posición. Tengo mis dudas acerca de cómo gestionar las energías y es que después de todo, es mi primera trail maratón. Será todo un experimento.

Kilómetro 5

Acabamos de coronar el primer ascenso de la mañana. Me lo tomo con calma y dejo pasar a dos corredores que deciden hacer la subida con más intensidad y pierdo así la tercera plaza. El 1º y 2º puesto los pierdo sobre el kilómetro 3, cuando aparecen los que tenía como favoritos de la prueba.

Me fijo en su estilo y esto me lleva a pensar en cómo quiero verme y sentirme corriendo. Ligero, veloz, resistente… Estos y algunos adjetivos más han ido formando una imagen a lo largo de los entrenos de la figura de un yo corredor mejorado. Sueño con llegar a sentirme así en algún momento.

Kilómetro 3

Voy en primera posición hasta este punto, cuando me adelantan. La salida ha sido divertida. Nos acompaña una moto durante el primer kilómetro y a partir de ahí ¡a volar!

Nada más empezar se ha formado un grupo de corredores (los que quedarían en el top de la carrera) y deciden seguir el ritmo de alguien que va jodidamente lento. Sé cual es mi sitio y sé qué velocidades llevarán los otros más adelante, pero me resisto a ir a ese ritmo. He venido a disfrutar y si mis piernas me piden correr más rápido ahora no hay mucho más que decir. Dicho esto adelanto al grupo y me pongo a correr en solitario a un ritmo que me parece cómodo.

Me imagino quienes son los favoritos y se que poco después, quizás en la primera subida, me pillarán y adelantarán.

Salida

Ayer estaba muy tentado a salir por la noche con mis amigos. Estaba cenando con ellos y sabía que tenía que irme a la cama. ¿Sería una locura no dormir nada en absoluto y correr una maratón? Sí, y absolutamente SÍ si te la tomas en serio. Aún así no consigo conciliar el sueño y gracias si consigo dormir 4 horas. Unas tostadas y algo de café es mi desayuno.

Llego al camping desde donde se realiza la salida con el tiempo justo. Me pongo el dorsal mientras ya estoy en el cajón. Prácticamente no he asimilado que me toca correr 42 kilómetros, una idea que sólo seis meses atrás me hubiera resultado aterradora.

Mientras me pongo el dorsal se me viene a la mente los 20 minutos de camino hasta aquí y el lago Foix. Lo tengo muy visto pero esta mañana tenía una misteriosa niebla por encima que me resultaba muy relajante. El cielo totalmente despejado. Hoy hará calor, he acertado con traerme gorra.

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Escribo esto mientras descanso tumbado en el sofá y aunque hace no más de unas horas me sentía decepcionado por pinchar de tal manera, después de comer bien y algo de descanso todo se ve diferente.

Para empezar, he acabado una maratón de montaña, algo ya de por sí increíble. Como decía arriba, hace unos meses el simple hecho de correr 42 kilómetros en llano ya me hubiera parecido todo un reto. Además, pese a pasar parte del recorrido andando, he acabado en una aceptable 29ª posición con un tiempo de 5h 17′ 17″.

Para mi la principal motivación de correr ahora mismo es disfrutar, y debo reconocer que en los últimos kilómetros de la carrera no lo hice en absoluto. Sin embargo, no me digas porqué, al llegar a meta sólo tenía ganas de correr la siguiente y continuar entrenando aún más duro.

Tengo algunas ligeras ideas sobre cómo solucionar el tema del estómago y las rampas de los últimos días, así que sólo es cuestión de afinar estos «detalles». Estoy seguro que en la próxima correré más y mejor.

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