Cuando más disfruto corriendo es cuando puedo hacerlo durante kilómetros y kilómetros a ritmos cómodos. Vacío la mente de todo, observo mi respiración, siento mi cuerpo y observo atentamente a mi alrededor. Y como si de un ejercicio de meditación se tratase, pese al esfuerzo físico, me relajo totalmente y ésta se convierte en una de las mejores partes del día.
Sin embargo, no siempre es así y tanto en carreras como en entrenamientos específicos, toca forzar la maquinaría de una forma totalmente diferente. Toca correr al máximo.
El reto de estos días es superar el umbral de lo cómodo y juguetear alegremente con el dolor y el agotamiento físico. Por duro que pueda parecer, estas jornadas, a menudo son los más satisfactorias, y es que creo sinceramente que el esfuerzo realizado es directamente proporcional a la satisfacción percibida.
Por eso supongo que cuando más insatisfecho estoy, es por ejemplo, después de una carrera o un entreno en la que sé que no he dado mi 100%, en el que no he logrado correr al máximo. Y me siento así, porque si no he llegado al límite, es por no haber sido capaz de saltar por encima de esa barrera de dolor en la que tan acomodados estamos.
A continuación te dejo un pequeño truco que utilizo y que puedes probar en esas salidas en las que las piernas te dicen basta y tu corazón no sabe si va a poder bombear una vez más.
«El dolor es inevitable, el sufrimiento es opcional»
Cuando notes por primera vez el dolor, tu reacción instintiva será resistirte a él, deshacerte de él. Normalmente esto implica parar, bajar el ritmo o empezar una larga batalla mental para intentar superarlo a la fuerza, ignorarándolo o suprimiéndolo de alguna manera.
Obviamente, tienes que ser consciente de tus propias capacidades físicas y respetar tu cuerpo. Sin embargo, si crees que puedes continuar sin sufrir ninguna lesión duradera, intenta esto.
Prueba a acercarte aún más a ese dolor, a ese estado fuera de tu zona de confort habitual. Sumérgete en esa sensación y experiméntela directamente. Al principio, tu instinto dudará, se resistirá a enfrentarse cara a cara cuando lo normal es huir de él, pero hasta en la locura hay un método, una lógica.
Al moverte más y más cerca de esa sensación, al experimentarlo plenamente e incluso intentar sentirlo más profundamente, experimentarás un cambio completo en lo que hasta ahora era habitual y no sólo te notarás más fuerte y con más energía, sino que a menudo sentirás como te liberas de ese dolor.
Nota: El de la foto es el gran Emil Zátopek, la «locomotora humana», y aunque no esté directamente relacionado con el trail running, su voluntad de acero me sirve de inspiración para correr al máximo. Otro día quizás le dedique una entrada. Si no has leído nada de él, te animo a que investigues un poco.