Crónica: I Trail de l’Arboç

La gran mayoría de crónicas de carrera me parecen aburridas, así que aquí me encuentro, escribiendo esto e intentando no aburrirme a mi mismo. ¡Ah! y si te aburro me hago totalmente responsable, y es que en definitiva no es tarea fácil transmitir fielmente las tan intensas sensaciones que se viven cuando competimos.

Ahora, que aún tengo frescos los recuerdos, voy a contarte qué tal me fué en la primera edición de la Trail de l’Arboç.

El 22 de septiembre fué mi última participación en una carrera de trail running. Por aquel entonces aún estaba con la preparación de la TCS Amsterdam Marathon y después de comer a diario tanto asfalto, necesitaba cambiar de aires. Aquel día corrí una media maratón con una decente sexta posición y que me sirvió para tener aún más claro que éste 2014 iba a ser 100% trail running.

El domingo, después de semanas de entrenos, volví a competir por montaña. Digamos, pues, que fue una de las dos pruebas a las que me enfrentaré antes de la Transvulcania. La otra es la maratón de La Talaia by Haglöfs.

¿El resultado final? 8ª posición y 2:32:05 en el crono para los 31 km de recorrido.

I Trail de l’Arboç

Recorrido y altimetría Trail de l'Arboç
Recorrido y altimetría Trail de l’Arboç

Mi intención era empezar muy suave durante los primeros kilómetros para ir progresivamente cogiendo velocidad, sobretodo reservando para apretar desde el km16 en adelante, que coincidía con una fuerte pendiente de unos 3 kilómetros.

Viendo el ritmo inicial de algunos corredores me sentí tentado a engancharme y mantenerme en el grupo de cabeza, pero tal y como tenía previsto decidí mantener una marcha más conservadora.

El parcial de los primeros cuatro kilómetros salió a menos de 4min/km y para el primer tramo de bajada, el grupo ya se había dilatado bastante.

Al pasar por el avituallamiento del kilómetro 8 (después de un ascenso de 2km) tiré parte de la bebida y no conseguí coger nada para beber. Detrás tenía pegado al corredor con el que me iría intercambiando la séptima y octava posición durante toda la carrera. Me ofreció el botellín de agua que llevaba en la mano y aminoré un poco el paso, y aunque agradecí enormemente el gesto, subí el ritmo rápidamente ya que a continuación venía una fuerte bajada. Después de todo, descendiendo es cuando más cómodo me siento y tenía que aprovecharlo.

Justo después me encontré con una trialera bastante empinada que no conocía, pero una vez superada, me esperaban unos cuatro kilómetros muy rápidos rodeando el pantano hasta cruzar la presa. A todo esto, desde el inicio de la carrera no había parado de llover y seguiría así hasta acabarla.

Al empezar a bajar para El Foix, el otro corredor y yo (que me había alcanzado de nuevo en la trialera) nos equivocamos de camino

No se cuánto se nos fué exactamente, pero en ese lapso de tiempo perdí dos posiciones que por suerte pude recuperar antes de llegar a la fuerte ascensión de 3km hasta Cal Balaguer . En esa subida y que me conocía muy bien, pude comprobar perfectamente que me quedan muchos entrenos en cuestas. No conseguía coger velocidad alguna y perdí dos posiciones que recuperé de nuevo en la bajada hasta Castellet.

Esa parte del recorrido y yo tenemos una relación profunda de amor odio y es que pese a divertirme bajándola a todo trapo, entrenar ahí me ha costado hasta la fecha un par de caídas y un móvil. Sin embargo, el día de la carrera, cuando los demás extremaban la precaución por peligro a resbalar con la lluvia, yo, que ya tenía algo de soltura, pude apretar bastante.

Al llegar a abajo, cuando pensaba que había conseguido tomar algo de ventaja, los primeros calambres aparecieron. Primero en el gemelo izquierdo y luego en el cuádriceps derecho.

Intenté mantener la calma, pero no podía evitar pensar que arriesgar en la última bajada había servido de bien poco. Las dos pastillas de sales que llevaba encima se habían derretido con la lluvia y la sudor kilómetros atrás, así que lo único que podía hacer era intentar obviar los calambres y continuar corriendo al máximo.

Del km21 (Castellet) en adelante, volvíamos al trazado de pistas de vuelta a Arboç. En este momento mantenía la 7ª posición y pensaba que lo llano del recorrido me ayudaría al menos a  mantener posición, dando por sentado que los dos corredores que me pisaban los talones serían más lentos que yo.

Cuando creía que podía tener controlados los calambres, apareció un fuerte dolor de barriga. Si paraba, perdería dos posiciones rápidamente, así que con nueve kilómetros aún por delante, puse la reductora y mantuve un ritmo que me permitió aguantar el estómago y los calambres hasta el final.

En definitiva, no fue un final épico, ni hice mis kilómetros más rápidos, pero dí todo lo que podía dar dadas las circunstancias. Mi competidor más cercano, con el que había estado rifándome la posición desde el inicio de la carrera, imprimió un ritmo mucho más rápido los últimos tres kilómetros y me superó dejándome la 8ª posición.

Los últimos 100 metros me supieron a gloria, aunque en realidad no fueron los últimos, ya que una vez pasada la meta continué corriendo hasta el baño.

Me voy de la I Trail de l’Arboç con muy buenas sensaciones, tanto por el recorrido, aún más precioso con la lluvia, como por el resultado, mejorable pero bueno en definitiva.

Pueden pasar muchas cosas en un año, pero si tuviera que tomar ya una decisión, el año que viene repetiría en la segunda edición de la trail de l’arboç.

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