¿Alguna vez has revisado tus datos después de una ultra y te has sorprendido al ver cómo tu frecuencia cardíaca bajaba, aunque sentías el mismo esfuerzo?
No te preocupes, no eres el único. Este fenómeno, conocido como “deriva cardíaca inversa” o reverse cardiac drift, es más común de lo que parece en carreras de larga distancia. A diferencia de los maratones de asfalto, donde el pulso suele subir con el paso de los kilómetros, en el trail running y la ultradistancia puede suceder lo contrario.
En este artículo veremos las causas principales de esta bajada de frecuencia cardíaca, cómo interpretarla y qué puedes hacer en tus entrenamientos.

Índice del artículo
Principales causas de la bajada de frecuencia cardíaca en ultras
1. Fatiga muscular acumulada
Con las horas, las piernas pierden eficiencia y potencia. La zancada se acorta, el empuje es menor y se necesita menos oxígeno para mover los músculos.
Esto hace que, aunque la percepción de esfuerzo sea alta, el corazón ya no lata tan rápido porque el output real disminuye.
2. Terreno y perfil de la carrera
En una ultra típica, el recorrido puede acumular largas subidas seguidas de descensos prolongados o tramos técnicos.
- Subidas: el pulso tiende a subir.
- Bajadas o zonas técnicas: el pulso cae, aunque la sensación de esfuerzo siga siendo elevada.
El descenso exige menos al sistema cardiovascular, pero más a la musculatura.
3. Déficit de energía e hidratación
En carreras que duran más de 6-8 horas es imposible reponer al 100% lo que se gasta. Con el paso del tiempo, el déficit energético y de líquidos se acumula, reduciendo la eficiencia muscular y con ello la frecuencia cardíaca.
4. Molestias gastrointestinales
Incluso problemas leves en el estómago pueden hacer que el cerebro frene la intensidad como medida de protección. No siempre es un fallo físico, sino una estrategia del cuerpo para evitar un colapso.
5. Fatiga mental
La ultradistancia es tanto física como psicológica. Tras muchas horas, la mente reduce la agresividad en subidas, baja el ritmo en bajadas y se centra en “sobrevivir”.
Aunque el cuerpo pueda dar más, el cerebro levanta el pie del acelerador.
¿Es malo que baje la frecuencia cardíaca?
Depende.
- Si tu ritmo (o GAP/ ritmo ajustado en pendientes) se mantiene estable y tu esfuerzo percibido no aumenta demasiado, puede ser signo de buena eficiencia.
- Si tu pulso baja y tu ritmo se desploma en zonas correbles, entonces revela una falta de preparación específica: tus piernas se cansan antes que tu sistema cardiovascular.
Cardio vs. impacto: la diferencia clave
Muchos corredores de montaña tienen una gran base aeróbica gracias a deportes como la bici, la natación o el esquí.
El problema: si no se entrena la durabilidad específica de correr, el cuerpo no aguanta el impacto en las últimas horas de una ultra.
La solución pasa por:
- Tiradas largas específicas a ritmo de carrera.
- Entrenar la tolerancia a la fatiga en bajadas.
- Priorizar el volumen corriendo frente a horas totales de entrenamiento.
Consejos prácticos para corredores de ultradistancia
- No persigas la frecuencia cardíaca, úsala solo como feedback.
- Entrena el final de la tirada: haz rodajes progresivos para simular la fatiga real de carrera.
- Trabaja la fuerza: más musculatura resistente = mejor economía de carrera.
- Nutrición e hidratación desde el inicio: no esperes a estar vacío.
- Conoce el recorrido: hasta las bajadas pueden destrozar tus piernas.
- Entrena la mente: divide la carrera en tramos, crea rutinas y practica el esfuerzo bajo cansancio.
Conclusión
Una caída en la frecuencia cardíaca durante una ultra no significa que tu cuerpo te esté fallando, sino que está ajustando su estrategia de supervivencia.
Lo importante es interpretar los datos y aprender de ellos: si tu ritmo sigue estable, probablemente lo estás haciendo bien; si no, puede ser una señal de que necesitas más preparación específica.
En ultras, no gana quien tiene el corazón más fuerte, sino quien consigue ser eficiente durante más tiempo.