Una maratón inesperada (Parte I)

resumentemporada2La verdad es que no sé muy bien qué contar, ni cómo, lo que si sé es que es mejor hacerlo ahora, con las ideas aún frescas, tanto para lo bueno como para lo malo. También sé por dónde empezar, por el principio, explicando la razón por la que decidí correr esta maratón.

Llevo pensando en estos cuarenta y dos kilómetros desde antes de venirme a vivir a Malta. De hecho, cuando la idea de venirme aquí parecía que cuajaba, lo primero que busqué no fueron ni los vuelos ni dónde íbamos a dormir, si no las carreras que iba a poder correr. La Vodafone Malta Marathon era una de ellas y encajaba perfectamente en el calendario, así que me dije: “¿Por qué no compruebo hasta dónde soy capaz de llegar?”. Después de todo, prepararla parecía una idea estupenda para ponerme a punto antes de empezar con la preparación de las ultras, como si de un “acondicionamieto” de pre-temporada se tratase.

Así que ni corto ni perezoso volví a correr en noviembre después de un parón de algo más de dos semanas. Pero después de sólo cuatro semanas, cuando las cosas debían ponerse algo más serias introduciendo algunos entrenos de series, intervalos y tiradas a ritmo de maratón, en definitiva, ritmos rápidos, muy rápidos o endiabladamente rápidos, llegué a la conclusión de que no me apetecía nada hacerlos.

¿Pero sabes por qué? Porque no tenía las razones suficientes. No quiero que me malinterpretes, pero preparar una maratón de asfalto a conciencia no me motivaba lo suficiente mientras tuviera en mente correr varias ultra trails.

Así que después de semanas de entrenos pobres y sin sentido, decidí quitarme de una vez por todas el muerto de encima y renuncié firmemente a la idea de prepararla o de hacer ningún entreno que me preparara específicamente para este maratón.

¿El resultado? Meses sin pisar una pista de atletismo ni hacer repeticiones o intervalos de ningún tipo. Los únicos entrenos cercanos al umbral fueron las tres o cuatro carreras de principio de año, y en total, como mucho, debo haber hecho unos 30-40km a ritmo de maratón (cuando lo normal sería hacer eso por semana).

A falta de un mes para la carrera y ya plenamente mentalizado de que no iba a correrla para hacer marca, decidí inscribirme. La idea inicial, tomármela como un entreno largo más y aprovechar la estupenda oportunidad de correr otra maratón y empaparme de ese ambiente que sólo se vive el día de una gran carrera.

Y con eso en mente y ya sin presión alguna, mis ganas por correrla no hicieron más que crecer cada día que pasaba.

5:00AM de un domingo de febrero

Después de cinco horas de sueño me pongo en pie con la sensación de que el que va a correr la maratón es otro y no yo, que eso de poner paso tras paso durante 42 kilómetros y 195 malditos metros no va conmigo.

Unos minutos después ya estoy vestido para la ocasión, más algunas prendas por encima, porque sí, aquí en Malta también hace frío. De desayunar, lo usual desde hace tiempo, gachas con avena y pasas. Los días que más golosón estoy también cae algo de fruta, especialmente plátano. Atrás quedaron esos días de Nutella para desayunar (aunque no para merendar). Para rematar un café, como siempre ideal para forzar esa última visita al baño.

Pocos minutos después ya salgo por la puerta y troto calle abajo hasta Sliema Ferries pasando a otros corredores que van andando en mi mismo sentido. Me río pensando en que si hubiera sido al revés, yo quizás hubiera dicho: “Mira a ese, se va a cansar antes de empezar”.

La maratón de Malta no tiene un circuito circular como otras, así que hay que coger un autobús que facilita la organización hasta Mdina, desde donde empieza la carrera y desde ahí volver hasta Sliema siguiendo el circuito marcado.

Me monto en el bus y cuando arranca y dejamos atrás la parada desde la que hemos salido, siento lo que sienten algunos al montarse en una montaña rusa. Creo que la palabra idónea es pánico. “¡Eh eh eh! ¡Sacarme de aquí! ¡Que yo no quiero correr!”. No lo grito, pero lo pienso.

Por suerte esa sensación sólo dura unos segundos y logro tranquilizarme. Tengo que confesar que siempre he sentido algo de pánico antes de competir y más cuando creo que no estoy preparado, pero tengo ganas de acabar ya con esto, sólo así podré olvidar de una vez el asfalto y tendré vía libre para centrarme en la montaña.

De camino a la salida me marco algunos tiempos de paso en mente para los 10 kilómetros, los 20 y los 30. Es ahí, mientras estoy sentado en el bus, cuando decido de una vez por todas a que ritmo voy a correr. Pienso en el mejor escenario posible y también en el peor, pero me prometo que pase lo que pase la acabaré, que ese es el espíritu de la maratón. ¡A la mierda los tiempos!

Aún así, mi subconsciente pide que no tenga que llegar a tal extremo. Me digo a mi mismo que rozar las 3 horas sería aceptable y si logro acercarme a mi mejor marca (2:50:55), me lo tomaría como un verdadero éxito.

Llegamos a la ciudad amurallada de Mdina (no te la pierdas si vienes a Malta) y falta toda una hora para que esto empiece. Hago cola en el baño sin tener ganas, simplemente por hacer algo. Estoy nervioso. Voy arriba y abajo, solo, entre la multitud, analizando a otros corredores, haciendo de adivino y preguntándome a que tiempos aspirarán y que los habrá empujado a cometer semejante locura. Una maratón.

Me escondo en un portal de un edificio antiguo, a recaudo del viento. Hace bastante frio y no tengo ganas de quitarme la ropa que llevo encima, pero poco a poco voy desprendiéndome de todo. Primero los pantalones y las medias Compressport que me envió Extreme Energy (las utilizo para recuperar). Vaselina arriba y abajo y después de trotar un poco más, me quito una de las camisetas que llevo encima. La camiseta de tirantes del club y la chaqueta aún las llevo puestas.

Vuelvo a ir al baño porque como he dicho, estoy nervioso y no sé qué más hacer. Hace frío y mejor no quedarse quieto. Queda nada para que todo empiece, 15 minutos dicen. Me quito la chaqueta, la meto en la bolsa y la dejo en una de las furgonetas que la llevará hasta la meta. Yo sigo sin estar situado. ¿De verdad hoy voy a correr una maratón? Joder. Joder.

Trotó los últimos 5 minutos y hago unas repeticiones cortas a ritmo para soltar las piernas y coger algo de calor.

Quedan cuatro minutos. Me pongo en la línea de salida, en la segunda fila, tímido. Otro día, sabiendo que voy a por todas me hubiera puesto en primera línea, pero el asfalto cada vez es menos mi medio y aquí hay gente hecha de otra pasta. Mejor no estorbar. Sé cuál es mi sitio.

Un dron vuela por encima de nuestras cabezas y la organización empieza a dar la cuenta atrás desde 20. Diecinueve, dieciocho, diecisiete, dieciséis, quince, catorce, trece, doce, once, diez, nueve…  Los últimos segundos los repito mentalmente con los ojos cerrados y para cuando me doy cuenta ya estoy corriendo con el resto. Acabo de empezar la Vodafone Malta Marathon.

Aquí puedes continuar leyendo la segunda parte