¿Por qué corremos? Mi particular explicación

Después de una semana prácticamente a cero, ayer volví a entrenar con la mente puesta en la próxima carrera. Sólo quedan cuatro semanas y ya siento los nervios que todo gran reto despierta en el estómago de cualquier corredor.

«¿Disfrutaré de la experiencia? ¿Estaré a la altura? ¿Conseguiré darlo todo durante toda la carrera? ¿Lograré acabarla?».

Una parón de una semana supone «romper» el ritmo de entrenos y definitivamente no es la mejor manera de superarse. La clave del progreso es la constancia, corriendo o en cualquier otro ámbito, pero creo que este pequeño descanso me ha dado la recuperación mental que necesitaba para afrontar las próximas semanas.

Lo noté en el entreno de ayer, corriendo con muy buena compañía y disfrutando cada uno de los pasos que daba. Me sentía fresco y con ganas de devorar kilómetros. Poco antes de acabar, en una de las últimas bajadas y con las luces de la civilización de fondo, volví a pensar en lo bien que me siento corriendo y por qué lo hacemos.

En la prehistoria nuestros ancestros corrían para sobrevivir (por aquello de la caza por persistencia), y la ciencia dice que nos gusta correr por el aumento de endorfinas, dopamina y canabinoides en nuestro cerebro. Yo sigo pensando que hay algo más, que aunque todo eso ayude, en el fondo nos gusta correr por motivos con mucho más significado.

Los que entrenamos a diario con una carrera objetivo de fondo, corremos para prepararnos y superarnos, pero lo que realmente estamos haciendo es vivir una aventura. ¿Corremos para sentirnos más vivos?

Pasarán los años y sé que podré recordar a la perfección más de un entreno. Sé que con un poco de suerte llegaré a abuelo y le contaré a mis nietos algunas de las experiencias de tal o cual carrera, de correr por determinados lugares y montañas.

Me gusta la idea de correr para vivir más. Y no me refiero a lo de vivir más años, sino por aquello de hacerlo más intensamente.

Cuando miremos atrás en nuestras vidas, lo que recordaremos serán aquellas locuras que hicimos y las aventuras que vivimos. Recordaremos los días que trabajamos duro para hacer que determinado día destacara.

Y al competir, créeme, no es necesario ganar para hacer historia, sólo es necesario sacrificarlo todo y dar tu 100%.

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