Crónica: Penyagolosa CSP Fail

Probablemente esta sea de las crónicas que más rápido haya escrito, y aunque las cosas no hayan ido bien, no voy a dejar de aprovechar la oportunidad para escribir sobre ello e inmortalizar esta experiencia.

Diré que Penyagolosa CSP era de las carreras que menos ilusión me hacía correr de toda la temporada, pero entró dentro de mi calendario por una sencilla razón: Este año quería hacer varias carreras del Ultra Trail World Tour con el objetivo de tener un primer contacto e intentar hacerlo mejor la temporada siguiente.

Transgrancanaria, Penyagolosa CSP, Lavaredo y TDS (UTMB) eran las elegidas de este 2018.

Al final Transgrancanaria cayó de la lista porque no iba a llegar en buena forma para correr semejante cantidad de kilómetros y Penyagolosa era por tanto la opción que mejor encajaba. Como digo, la carrera no me atraía mucho de buenas a primeras porque era un recorrido que de por sí no parecía tan espectacular como otras carreras y además, el estilo de carrera tampoco me favorecía demasiado, al ser un constante rompepiernas hasta meta. Para los que me conozcan o entrenen por donde vivo… Digamos que Penyagolosa es como correr por Serra Pedragossa y Puig del Lleó durante 108km. Pese a esto, llegaba con ganas de correr y me seguía motivando la idea de correr un carrerón como éste.

En fin, llego un día antes a Castellón y puedo descubrir muy por encima una ciudad que no conocía y con mucho encanto. Me planteo si venir a correr su maratón de asfalto algún día.

La salida será a la medianoche del viernes, pero duermo bastante poco la noche previa y por la tarde no consigo conciliar el sueño cuando intento echarme la siesta. Me noto cansado pero no me obsesiono con ello, al fin y al cabo voy sin presión alguna y con la única intención de acabar y recoger sensaciones en la primera ultra de más de 100km de este año. Además, me parece un gozo correr entre tanto corredor de nivel y pasar desapercibido entre semejante nivel de corredores.

En la salida, sobre las 11 de la noche me encuentro con Isaac Torija, una señora bestia del trail y también con otros amigos como Javega, Paulo, etc. Cuando pasamos el control de material empiezo a intercambiar sensaciónes e ideas de la carrera con Isaac y un amigo suyo. Me suben los nervios y me entra la típica tensión antes de una carrera, pero siendo sincereos, ni me planteo que vaya a correr 108 kilómetros hoy. En días así, prefiero pensar que simplemente «voy a pasar un día fuera». Eso me permite hacer las cosas con calma y no precipitarme en los ritmos.

Poco antes de dar la salida, empiezan a llamar corredores según el ranking ITRA para que pasen a un cajón reservado en la parte delantera. El speaker me nombra pero no me entero, suerte que Isaac me avisa. Es la primera vez que tengo semejante privilegio.

Isaac y yo hablamos de ir juntos al menos la primera parte de la carrera, así nos hacemos compañía durante la noche y regulamos el ritmo hasta más adelante.

En la salida me encuentro también a Roberto Gil, que acabaría quedando quinto, a Dani Aguirre, que acaba ganando hoy dando una clase magistral sobre como correr un ultra ¡felicidades Flaco!, y con Gerard Morales, que está hoy detrás de la barrera.

La cuenta atrás llega a su fin y ¡Arranca la carrera!

Salimos desde el mismo centro de Castellón y nos esperan 4 o 5km llanos por asfalto en los que doy rienda suelta a mi alma maratoniana. Se forma un grupo de cabeza de unos quince corredores y yo me coloco por el medio. Corremos a un ritmo de entre 4’05» y 4’10», ritmo cómodo para una maratón de asfalto, pero ¿para una ultra de 108km?

Empiezo a notar la humedad y sentir calor nada más empezar. Me aparto hacía la izquierda del pelotón y dejo que la brisa fresca de medianoche refrijere mi cuerpo.

No mucho después llegamos al inicio del primer trail y ahí finalmente bajo el ritmo. Como curiosidad decir que está es la primera vez qu hago una ultra saliendo de noche y la idea de probarme aquí es todo un aliciente. ¿Cómo se comportará mi cuerpo después de 7 horas corriendo en la oscuridad? Algunos pensarán que hubiera sido buena idea salir a entrenar de noche más de un día, pero la realidad del día a día es que uno debe adaptarse a los horarios y situaciones que tiene pese a que eso no sea lo más óptimo para entrenar adecuadamente. En fin, tampoco había preparado la carrera específicamente, así que tampoco me preocupa en exceso.

Llegamos Isaac y yo a Borriol, primer avituallamiento, y durante el camino intercambiamos algo de charla. Miramos hacía un lado y vemos las luces de todo Castellón en medio de la oscuridad. En medio de la nada, aparece gente animando, cosa que le da un aire aún más mágico. Entramos por las calles del pueblo y hacemos un primer avituallamiento rápido pero asegurándonos de cargar bien para los casi 15km que hay por delante.

Saliendo de Borriol la escena es preciosa. A nuestra derecha, encima de una montaña pegada al pueblo se alza una ermita o castillo, iluminado en plena oscuridad.

Poco después de llegar arriba de esta subida, nos alcanza Roberto. Y un poco después, en las siguiente bajada y recorrido rápido entre pistas y senderos, pierdo a Isaac que parece que no se encuentra del todo bien. Continuo corriendo esperando que me alcance en algún momento pero no volvemos a vernos. Su desenlace es en Useres, kilómetro treinta y poco, donde acaba por un fuerte dolor en el isquio.

Desde ahí, kilómetro 15 aproximadamente, empieza mi solitària travesía en medio de la más plena oscuridad.

Para entretenerme, de tanto en tanto apago el frontal en las partes más fáciles y juego a adaptarme a la falta de luz. Cuando lo hago miro al cielo estrellado y me relajo. También me acuerdo de Aleix, uno de los compañeros de Flexor Runners 42, y presto atención a los sonidos de los pajaros que cantan en medio de la noche.

El recorrido inicial es un constante rompe piernas, rápido y con mucha piedra suelta. De tanto en tanto voy recibiendo algún que otro golpe en los juanetes de alguna piedra mal colocada, pero los kilómetros van pasando hasta la llegada al segundo avituallamiento sin problemas.

Alucinante el ambiente en los pueblos y la animación en medio de la madrugada. Pese a no llevar soporte en esta ocasión no pierdo demasiado tiempo en ellos y salgo rápido. Cuando salgo de aquí, kilómetro veinti cinco, empiezo a sentir un fuerte dolor en la barriga. Pasan los minutos y los retortijones se hacen más agudos hasta que finalmente pasan.

En medio de la oscuridad se ven las luces de los frontales en la distancia, tanto delante mío como detrás. Corro solo pero a poca diferencia de otros y desde aquí, aunque había salido en plan conservador, casi sin pretenderlo adelante 11 posiciones en menos de nueve kilómetros y me situo en decimo tercera posición. Esto lo veo ahora revisando los resultados, pero en aquel momento no tengo ni idea de la posición ni tengo la sensación de haber adelantado a tanta gente. Pese a los retortijones parece que la cosa funciona.

Justo donde normalmente peco, que es en bajadas técnicas, es donde más agusto me encuentro hoy.

Llego al kilómetro 44, el avituallamiento de Atzeneta con buenas sensaciones y con la idea clara, muy clara, de que «todo esto sólo es un calentamiento hasta el km 80». Y con eso en mente voy dejando que los kilómetros pasen por una zona muy corredera de camino a Benafigos. Esta parte se me hace muy lenta precisamente por lo corredera que es y la luz de los dorsales detrás de mi, a lo lejos, hace que quiera que amanezca ya simplemente para olvidarme de referencias de delante y detrás y poder correr a mi aire, sin la presión de si alguien me alcanzará o no.

Es en este tramo cuando la cosa se complica bastante y sufro el primer bajón del día. Después de tanto retortijón, paro a vaciarme por dentro y cuando veo lo que sale, pienso en que no va a ser nada bueno, que me voy a deshidratar pronto si la cosa sigue así. Aúnque la reacción inicial es de pánico, me digo a mi mismo que lo que tengo que hacer es pasar ese mal trago e intentar comer bien al llegar arriba, la primera subida seria del día.

En el transcurso de este tramo tengo que parar un par de veces más y maldigo la nutrición de la última semana, que debo reconocer que fue nefasta. Punto grave a corregir. Parece que no aprendo. Total, que después de un rato disfrutando muy poco parece que la cosa vuelve a funcionar, los dolores de estómago desaparecen y alucinántemente vuelvo a encontrar algo de la fuerza que había perdido en las piernas. Parece un nuevo inicio, con las piernas muy frescas.

Poco antes de llegar a arriba, empieza a amanecer y lo hago acompañado de Jose, un corredor que me alcanza por detrás en la subida a Benafigos con muy buen ritmo. Con una voz grave que me recuerda a la de un pirata, empezamos a charlar, hacemos compañía y a darnos ánimos. Llegamos al avituallamiento juntos, rellenamos bidones juntos y salimos de allí juntos, a por la otra mitad de la carrera. 54km para acabar. Ya lo tenemos.

Saliendo desde Benafigos me siento extrañamente feliz y motivado. Llevamos ya más de seis horas de carrera pero me siento bien, muy muy bien. Pienso en que pese a todo, he logrado superar lo del estómago y voy a poder volver a disfrutar de la carrera.

Salimos del pueblo y tenemos por delante una bajada preciosa. Empieza a aparecer el sol y por fin, podemos parar los dorsales. Jose y yo charlamos animadamente mientras empezamos a bajar y le digo que mire hacía el horizonte. La escena es preciosa. Delante nuestro un mar de nubes con algunas montañas sobresaliendo entre ellas. La mañana sigue siendo fresca y por fin podemos ver un paisaje, que después de tanta oscuridad, se ve muy verde, fresco. Es una gozada para la vista.

En la bajada, pese a que él va muy fuerte subiendo, en las bajadas yo tengo un ritmo más rápido y le digo que nos vemos en la siguiente subida. Dicho esto me suelto y empiezo a correr cuesta abajo con fuerzas renovadas. Casi al llegar a abajo, alcanzo a otro corredor y tras pasarle, se me pone a rueda y empezamos a tirar juntos para arriba.

Al inicio es agradable tener compañía después de pasar casi toda la noche corriendo solo, pero después de charlar un poco echo en falta esa tranquilidad que había tenido durante las últimas horas. Los pies empiezan a dolerme bastante en lo que es probablemente la subida más dura del día, pero precisamente, la parte que más me ha gustado de todo el recorrido.

El dolor hacer que sus intentos de empezar conversación cada vez me pongan de más mal humor y me limito a contestar lo más escuetamente posible. Me sabe mal decirlo así, pero si Jose, el pirata, me consigue levantar el ánimo por su forma de ser, este otro corredor me roba toda la energía con su charla mental. Viéndolo con perspectiva, ahora que escribo esto desde la silla de mi escritorio, puedo decir que simplemente me pilló en un mal momento.

A media subida finalmente Jose nos vuelve a alcanzar y yo continuo tirando del grupete recién formado hasta llegar arriba en esta subida interminable con piedras por doquier. No me noto espléndido, pero las piernas se sienten fuertes y tengo ganas de seguir adelante. Pienso en llegar a Culla, beber bien, comer algo más solido (además del isotónico que llevo encima) y tomar algo de cafeína para el último tercio de la carrera.

Cuando llegamos arriba, empieza una pista ondulada arriba y abajo hasta el pueblo, pero cuando echo a correr, simplemente me duelen demasiado los pies. «¡Vamos, vamos!» me digo. Continuo trotando a pequeños pasos pero cada uno hace que apriete más y más los dientes y lo único que me piden es parar. Echo a andar y una vez más. Vuelvo a arrancar una vez más y nada. Me duelen hasta andando. No entiendo porqué.

Dos kilometros se convierten en más de veinte minutos de caminada y llego derrotado a Culla donde tras sentarme y comer algo a duras penas, le comunico a la organización que me quedo ahí. Ha sido el abandono más fácil y a la vez más rápido que haya tenido hasta ahora. De un momento a otro, simplemente no podía aguantar más.

La organización le pregunta a una corredora que está allí que si puede hacerme el favor de llevarme hasta Atzeneta, dos avituallamientros atrás, donde podré coger un bus que me llevará a la meta. ¡Gracias por el viaje Patricia! Una vez en el bus hago migas con otro corredor, Jonathan, que ha acabado en el treinta y pocos, Useres, justo donde me entero que también se ha retirado Isaac por un problema de isquios. Tiene la cruz con esta carrera, es su tercer abandono aquí, pero estoy seguro que si se lo propone de nuevo conseguirá un gran resultado aquí.

En mi caso, bueno, creo que por ahora ni me plantearé volver aquí en un futuro. El ambiente, siendo este año campeonato del mundo ha sido increíble y la organización es espectacular, pero creo que hay demasiadas carreras aún por descubrir y con paisajes mucho más espectaculares.

De Penyagolosa y de Castellón me llevo una gran fin de semanas, algunas cosas más aprendidas y la increíble experiencia de participar en mi primera prueba del Ultra Trail World Tour. En cuanto a lo competitivo, queda mucho que pulir aún pero me voy contento con las sensaciones.

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