Entrena inteligentemente (o por qué deberías disfrutar más y entrenar menos)

Más kilómetros, más tiempo y más rápido… y así, cada día, más y más corredores piensan que esa es la estrategia a seguir para alcanzar sus objetivos en el asfalto o la montaña.

Creen que entrenar duro cada uno de los días que salen ahí fuera es lo necesario para progresar, bajar sus tiempos y quedar en una mejor posición en la próxima carrera, y ¡qué equivocados están!

Pero tú y yo no somos de esa clase de corredores ¿verdad? Nosotros sólo buscamos sentirnos ágiles (y rápidos), porque sólo así podremos divertirnos más corriendo.

¿Tiempos? ¿Posiciones? ¿De qué me estás hablando? Todo eso son consecuencias de cuánto disfrutamos corriendo. ¿Competir? ¡Por supuesto que nos divertimos compitiendo! Pero ahí queda la cosa, no lo es todo.

Nosotros no nos obsesionamos con esos detalles. Nuestra única obsesión es mejorar como corredores día a día, semana a semana. Esta es una apuesta a largo plazo. Sabemos que si nos centramos en eso, no nos hace falta preocuparnos de nada más.

Y sobre lo de entrenar al máximo cada día, al lema de NO PAIN NO GAIN, nosotros tampoco somos de esa clase. Parece que si no acabas una carrera, eres un blando, o que si no haces mil kilómetros en cada entrenamiento, no estás entrenando bien. ¿Pero sabes qué? Tú y yo no entrenamos duro porque sí, lo hacemos porque ¡disfrutamos corriendo!

Y hablando de competir, nosotros no nos medimos en los entrenamientos, lo hacemos en las carreras. Ahí si lo damos todo… porque estarás de acuerdo conmigo en que darlo todo es lo único que llena. Nada, nada, nosotros a lo nuestro, nosotros corremos siguiendo otra filosofía. Entrenamos inteligentemente.

Cada día nos levantamos y nos ponemos las zapatillas, primero, con la intención de vivir y sentir eso que tanto nos llena al correr, y segundo, con un objetivo claro en mente, parte de un plan bien elaborado con un fin concreto, porque perdóname que te recuerde, cada entrenamiento tiene un propósito.

Muchos piensan que por correr más kilómetros (hacer más volumen), dedicarle más tiempo, o a mayor intensidad, están entrenando mejor, cuando la realidad es que probablemente se estén quemando. Agotando.

Repito. Cada entrenamiento tiene un propósito. Mi cuerpo, tu cuerpo y el cuerpo del vecino, reaccionan de diferente manera a los estímulos de cada entrenamiento. No hay que entrenar más duro, hay que entrenar justamente lo necesario.

Esto del correr es una ciencia con mucho arte. ¿O era al revés? Da igual. A lo que me refiero es que si te quedas corto, no progresarás tan rápido como querrías, pero si te pasas, game over. Por eso quizás es tan útil contar con la ayuda de otros para seguir nuestros entrenamientos. Es muy difícil ser objetivos con nosotros mismos.

Ojalá que después de leer esto te acuerdes de mi la próxima vez que te pongas las zapatillas y digas: «Joder, quizás Carlos tenga razón. No debería estrujarme tanto cada día y disfrutar más.» Paciencia. A veces menos es más.

Otro día seguiré hablando del tema y seré un poco más específico, pero mientras tanto, me dedicaré a disfrutar un rato… ¡Salgo a correr!