Crónica: Trail de l’Arboç

arboc2Cuando por razones desconocidas, nos liberamos de toda la presión que muchas veces nos autoimponemos al competir, es cuando mejor corremos y más nos divertimos haciéndolo, y en esta ocasión, durante el Trail de l’Arboç, fue muy cierto.

Nada más acabar la Transvulcania, aún con las patas magulladas por el esfuerzo, Marc, Eric y yo, ya pensábamos en la próxima carrera.

Aún en las Canarias y con el buen sabor de boca por la experiencia, nuestras piernas nos decían basta, pero nuestra mente continuaba teniendo hambre de kilómetros.

Para nuestra suerte, en sólo dos semanas se celebraba el Trail de l’Arboç, una prueba de 21k kilómetros de cerca de donde vivimos, y parecía la oportunidad ideal para saciar nuestra ansia.

Como decía, dos semanas después de dos ultras consecutivas (Ultra Trail de Barcelona y Transvulcania), no esperaba mucho de esta carrera.

Quiero decir… Obviamente me iba a exigir lo inexigible, pero sabía que no debía obsesionarme con tiempos ni posiciones. Lo que tuviera que ser, sería, y mi mentalidad al ponerme las zapatillas esa mañana, no era otra que la de disfrutar y cumplir con el primer «entreno de calidad» de las últimas dos semanas.

Las inscripciones estaban abiertas hasta ultimísima hora, así que al final nos acabamos apuntando gran parte del equipo y a escasos segundos antes de la salida, corriamos hacia ella, tarde, como de costumbre y preguntándonos si habían dado ya la salida. Por unos instantes, tuvimos el corazón en la mano pensando que habían empezado sin nosotros.

La carrera

Me situé en el arco de salida aún con la respiración acelerada por el «susto» y pocos segundos más tarde dieron el pistoletazo de salida. No recuerdo mucho, porque como decía, todo paso muy rápido. Calentar, correr hacia la meta por llegar tarde, meterme entre el mogollón de gente y una vez en marcha, en los primeros metros de carrera, colarme por la izquierda adelantando a unos pocos corredores, poniéndome en las primeras posiciones nada más empezar.

La carrera salía del pueblo de Arboç, en una calle ligeramente en subida (que luego bajaríamos al acabar). Al cabo de unos pocos segundos ya tenía por delante a dos corredores dando un gas tremendo (Gerard y Joui). Eran los hombres a seguir.

Mi idea era no perderlos de vista en los primeros kilómetros, pero reservando un poco. Sabía que no llegaba recuperado de las últimas semanas y que esas velocidades pasarían factura.

Después de los primeros minutos miré el reloj y me di cuenta que en ese instante estabamos rodando a 3’20»,  y esa fue la gota que colmó el vaso y me hizo perder la paciencia nada más empezar la carrera.

Venía de semanas rodando a ritmos ridículos, y nada más empezar, un primer kilómetro a esas velocidades…

Tenía a Jordi, otro corredor conocido, corriendo al lado y frustrado le comenté que ibamos demasiado rápidos. Decidí darles unos segundos y que los dos primeros continuaran haciendo su carrera, que yo iba a hacer la mía.

Me quité el reloj y me lo guardé. Si veía el tiempo de un kilometro más a ese ritmo, me iba a cabrear.

Y desde entonces, corrí por feeling y apretando lo que sentía que debía apretar y sin preocuparme por alcanzar o ser alcanzado.

Los primeros kilómetros eran muy rápidos, con mucha pista y poco técnica, que dejaban correr más de lo oportuno. Lo cierto, es que aunque un pelín agónico, contrastaba con las últimas carreras que había hecho y al final le cogí el gusto a tocar esas velocidades en medio de un trail.

Cuando llegué a la primera subida con cara y ojos, un cortafuegos, veía a los dos primeros arriba del todo cuando yo recién empezaba a subirlo. Al verlos a escasos segundos (pensaba que al haberme relajado un poco me sacarían algo más de tiempo), decidí tomarme esa subida con mucha calma y ni me molesté en correr lo más mínimo.

Al llegar arriba, teníamos dos o tres kilómetros de bajada muy rápida hasta finalmente llegar a los pies del Pantano del Foix.

Después de un kilómetro con algún tobogan, escaleras y una ligera pendiente, llegamos a la subida que nos llevaba hasta la Masia de la Creu.

Cuando Marc y yo desayunabamos a primera hora de la mañana, antes de la carrera, revisamos el perfil de la carrera, pero mal. Por alguna razón miramos el perfil de la carrera de 14 kilómetros y empecé a correr con la idea de que sólo había una gran subida en toda la carrera, así que cuando vi que tocaba subir una segunda, me descolocó un poco.

Esta subida era más terrosa que la anterior, bajo arboles y vegetación, y lo suficientemente toca-huevos para que, las veces que he entrenado por aquí, haya dedicidido hacerla siempre de bajada.

Sin referencias desde hace rato de nadie por delante o detrás, volví a tomármela con filosofia y la ande por completo. Aún así, iba a buen ritmo y en cuanto la cosa dio un respiro eché a correr lo que me dejaban las piernas.

A partir de aquí venían varios minutos de bajada, después de cruzar la carretera de la Masia de la Creu, para finalmente encarar la última subida y más larga de la carrera.

Si hubo un patrón que se repitió durante la carrera, fue el pensamiento de: «¿Estoy corriendo todo lo rápido que puedo?» Esa era mi única preocupación mientras corría.

Aeróbicamente iba bien, pero de patas iba bastante cargado, aún así, al no tener a nadie a la vista delante o detrás, me sentía muy cómodo y poco influenciado por ritmos ajenos. Esto cambió cuando después de unos segundos vi al segundo, Joui, corriendo delante mío.

Lo vi acabando una curva, y yo, algo más arriba, empezándola.

En cierta manera fue hasta una desgracia encontrármelo, porque eso suponía dejar de correr a mi aire, para verme presionado por alcanzarlo… pero después de todo estabamos compitiendo ¿no?

Lo alcancé al poco rato y durante unos instantes corrimos codo con codo. Sé que es un tío ágil y que con su peso, en las subidas podría sacarme tiempo, así que decidí adelantarme y llegar primero a la siguiente subida.

Esta vez sin parar a andar lo más mínimo y con un paso corto, rápido y constante, intentando no acumular demasiado lactato, empecé a correr cuesta arriba.  Con la cabeza gacha empecé a subir, esperando que en algún momento me pidiera paso, pero al acabar la subida no había rastro de él (luego me enteré de que no acabó la carrera).

Decidí continuar corriendo sin preocuparme más de la posición o de si me alcanzaría y mi única preocupación volvió a ser «¿Estoy corriendo todo lo rápido que puedo?».

Recuerdo sincerarme conmigo mismo y reconocer que algunos segundos más si podría arañar… pero pocos más.

Después de la última subida y de nuevo con unos kilómetros ligeramente para abajo y muy corribles, puse la quinta o la sexta marcha, alargué zancada y corrí hasta toparme con gente de la carrera corta.

Antes de llegar al último avituallamiento pasé a dos corredores que iban a buen ritmo y los tomé como referencia para saber si realmente estaba corriendo al ritmo que debería. Este instante, fue quizás, el único momento en toda la carrera en el que junto con el de la recta final a meta, me concedí el privilegio de mirar atrás.

Con escasos kilómetros por delante ni me molesté en parar a tomar nada en el último avituallamiento. Recuento final de la ingesta durante la carrera: Un gel nada más empezar y un par de vasos de isotónico (de los que probablemente me tiré la mitad encima).

Finalmente crucé la carretera general que atraviesa el pueblo y una ligera calle en subida de unos pocos metros, antes de girar a la izquierda por otra calle, y ya en bajada encarar los últimos metros.

A esta pequeña pendiente (pequeñísima) llegaba con las piernas bastante saturadas. Suerte que ya acababa.

Se veía el arco de meta al final de la calle, pero hasta que no lo tuve muy cerca no volvía  mirar atrás por si aparecía alguien. A mano izquierda vi a Iñaki, amigo, corredor y dueño de la tienda Running Filipides, y su mano fue lo último que toqué antes de entrar a meta.

Finalmente… Segunda posición en el Trail de l’Arboç con 1h30′ y algunos segundos. Jodidamente rápida para una media de montaña.

El primero, una buena bestia, me sacó 1’20» y yo al tercero, 4′. Nada mal teniendo en cuenta que mis preferencias tiran más por las carreras diesel.

Con el paso de los minutos fueron llegando todos y cada uno de los compañeros que corrían hoy, Jorge, Angel, Dani, Marc y también Neus, que se estrenaba en el equipo corriendo la de 14k y también acabó subiendo al podio con una segunda posición femenina.

arboc

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