Crónica: Ultra Trail de Barcelona

utbcn4Hace una semana estaba en una cafetería, minutos antes de empezar la Transvulcania y le decía a Marc lo mucho que parecía que había pasado desde la Ultra Trail de Barcelona, pero la verdad es que sólo habían pasado 7 días.

Durante esa semana, no encontré el momento de escribir nada al respecto, supongo que porque no era una carrera fácil de digerir. Era la segunda vez que la corría y en ambas la cosa no fue todo lo bien que podría ir.

En la primera ocasión, la acabé después de un larguísimo final y esta vez… bueno, esta vez iba a ser un poco diferente…

TiulaTrail y primer gran objetivo de la temporada

En Octubre nos liamos la manta a la cabeza (más bien Jorge me la lió a mi) para montar y entrenar un equipo de trail llamado TiulaTrail (Tiula es el nombre de una de las pequeñas montañas que tenemos cerca de casa).

Después de empezar el año entrenando bastante bien y pasadas las Navidades, el primer gran reto de la temporada para la mayoría de nosotros era la Ultra Trail de Barcelona.

Bob, correría la maratón. Jorge, Dani y Diego la «long» de 70 kilómetros. Y finalmente, Angel y yo, la de 100km.

Con todo el verano por delante, esto no era más que el calentamiento para un gran año, pero era sin duda una gran oportunidad de probarnos y ver que tal estábamos en una distancia más larga, después de algunos meses corriendo distancias más explosivas.

Aunque ninguno del equipo partiamos de cero o de estar totalmente parados, la progresión hasta el día de hoy era más que evidente y sinceramente, verlos acabar de esa manera a cada uno de ellos, fue el gran premio de mi día corriendo la Ultra Trail de Barcelona.

Para mi, era una carrera de redención a la que venía con muchísimas ganas. El gran objetivo de la temporada es la Catalonia Ultra Cup y esta era la primera de las pruebas que disputaba. Sabía que el nivel iba a ser muy alto, pero tenía ganas de quitarme las malas sensaciones de la anterior edición y conseguir acabarla bien, corriéndola hasta el final.

Me iba a apretar, por supuesto, pero iría evaluando conforme evolucionara la carrera y pasaran los kilómetros.

Comienza la Ultra Trail de Barcelona 2016

Angel pasa a buscarme por casa sobre las 4:30 de la mañana. Tenemos alrededor de una hora hasta Begues y nuestra carrera da salida a las 7, mientras que la Long será una hora más tarde y la maratón, dos.

La previsión del tiempo da lluvia durante la tarde, pero cuando llegamos a Begues y vamos a buscar nuestro café, empieza a chispear ligeramente. No es ningún secreto que me gustan más las carreras duras en las que puedo chapotear en el barro, así que cuando veo que caen algunas gotas, me pongo aún más contento si cabe.

No hace mucho frío, así que aún desentonando un poco, decido salir sin impermeable. Después de sólo algunos kilómetros estaré asado como un pollo e igualmente mojado, así que prefiero salir con el mono de trabajo puesto. Al pasar el control de material, el del control me pregunta por el impermeable y le digo que en la mochila está.

Nos vamos para la salida y empezamos a meternos entre el barullo de corredores. Allí me encuentro con Santi, que meses atrás me había dicho que no iba a correr más largas (esto engancha), y con Javi, con el que coincidí en Val d’Aran el año pasado.

Esos instantes pasan volando y para cuando me doy cuenta, ya están dando la cuenta atrás y empezamos a correr.

Es la primera ultra en la que salgo con pulsómetro y desde el momento uno voy corriendo en un margen que me he marcado.

Me conozco bien pero no quiero pasarme lo más mínimo, así que con toda la tranquilidad del mundo enfilo los primeros kilómetros de calle por dentro de Begues y un poco más tarde una pista larga y tendida en la que todos los corredores aún vamos muy juntos.

El año pasado esta parte me la tomé con muchísima más calma, pero al igual que esta, es la primera ultra de la temporada y quiero ver que tal se desarrolla. Han sido muchos meses sin competir en estas distancias y toda precaución es poca.

Como esperaba, al cabo de minutos el motor ya está engrasado y tengo calor. Suerte que no he salido con todo puesto.

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Los primeros kilómetros tienen bastante barro y pasan casi sin darme cuenta, compartiendo gran parte de este primer tramo con Javi, con lo que se hace más ameno porque nos vamos poniendo al día de todo.

Continua lloviendo y la niebla es tan densa, que por un momento, si decidiera olvidar dónde estoy, podría perfectamente estar corriendo en algún lugar del Pirineo.

La carrera la tenía dividida mentalmente en tres partes. La primera hasta el Garraf, kilómetro 35, donde pisamos la playa. Segunda parte, toda la subida de nuevo hasta Begues, kilómetro 70. Y finalmente el bucle final de 30 km, que este año se hacía en sentido contrario.

Al Garraf llego notándome muy muy fresco, siento que me he apretado muchísimo menos que el año pasado y aún así paso por aquí en 12ª posición. Tengo alguna pequeña molestias en la planta del pie derecho, pero no le doy demasiada importancia. Algunos días atrás me di de mala manera con una piedra y la planta aún sigue algo resentida.

Los avituallamientos los hago sin entretenerme lo más mínimo, rellenando bidones todo lo rápido que puedo y cogiendo algo de fruta para comer durante el camino.

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De Garraf al siguiente avituallamiento hay 12 kilómetros algo complicados y menos corredores que los primeros 35k, así que toca armarse de paciencia (no porque sean difíciles) si no porque aún queda mucha carrera. Esta parte se me hizo mucho más larga el año pasado, pero cuando me doy cuenta, ya he llegado a la Ermita de la Trinitat.

Hay tres minutos de parada neutralizada y los aprovecho para comer un poco mejor y hablar con el fisio que me atendió aquí el año pasado. En cuanto me dejan ponerme en marcha, salgo volando. Tengo tantas ganas de ir a por faena y entretenerme lo mínimo, que un par de minutos más tarde me doy cuenta de que he salido sin los bidones y toca recular.

Llegando de nuevo al avituallamiento me encuentro con el fisio que viene corriendo con ellos en la mano. ¡Mil gracias Matthieu!

A la ermita llego en 10ª posición, pero unos minutos más tarde de lo que tengo en mente. Viendo que todo va bien, creo que es hora de empezar a barajar tiempos y si todo va bien, mi paso por aquí me deja con la posibilidad de hacer las 12 horas peladas o incluso rebajarlas, todo depende de lo bien que se me den los siguientes kilómetros.

Sin embargo, de aquí al siguiente avituallamiento, del kilómetro 48 al casi 60, mi carrera se tuerce totalmente.

La planta del pie me empieza a doler muchísimo más y cuando el camino no está libre de piedras, ese punto me duele a rabiar. Cada pequeña piedra se hace perceptible y empiezo a maldecir las zapatillas que me he traído para hoy, unas New Balance Leadville algo trotadas. Son anchas de horma y bastante comodas para terrenos rodadores, pero con las piedras del Garraf, esta parte se me hace un infierno y todo me molesta.

Me cambia el ánimo rotundamente y llego a Can Grau en 14ª posición después de haber perdido muchísimo tiempo. Me irrita tanto la situación, que acabo andando más de un llano.

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Por suerte, al pasar Can Grau (km59), mientras subimos al Puig de la Mola, la zona con más desnivel de esta parte de la carrera, me uno a dos corredores más que me habían adelantado antes de llegar al anterior avituallamiento y voy tirando de ellos hasta llegar arriba.

El terreno en subida le da un descanso a mi pie y cuando empezamos a bajar, uno de ellos de descuelga y me quedo con Oscar, con el que acabo compartiendo el resto de kilómetros hasta Begues.

Vamos hablando y los kilómetros pasan más rápidos con una distracción así. Se lo digo y se lo agradezco, porque aunque no se lo digo claramente, ya tengo en mente abandonar al llegar a Begues. Es demasiado cómodo quedarme allí y no ir a por los últimos 30. Podría acabar, pero de verdad, no tengo ni la motivación ni las ganas.

Pero cuando llegamos al avituallamiento de Begues, nos dicen que tres corredores por delante nuestro se han retirado en este punto, así que estamos en el top 10 seguro. Me vengo un poco arriba y miro la hora. He llegado al kilómetro 70 en 7 horas y 40 minutos, casi 35 minutos más rápido que el año pasado, y aunque el pie no me deja correr, físicamente estoy muy bien para la cantidad de kilómetros que llevamos.

Así que, como decía, me vengo un poco arriba y me siento a comer un tupper de arroz que me he dejado preparado en la bolsa de vida. Me cambio la camiseta y cojo los palos para que si la cosa se tuerce mucho, tenga algo en lo que apoyarme.

Salimos de allí a la vez y dispuestos a acabar lo que empezamos. «¡Vamos joder! Vamos a acabar esto» me digo a  mi mismo, y así empezamos de nuevo la aventura.

Corremos un poco más por pista y después de un kilómetro y poco, después de un par de minutos pista arriba, una pequeña piedra me hace apretar aún más los dientes y es la gota que colma el vaso. ¡Estoy hasta arriba! y le digo que continue solo.

Me dice que vamos, que no lo deje, que son 30 kilómetros. Pero yo ya estoy hundido. Me vine arriba rapidísimo al llegar al avituallamiento, pero me deshincho como un globo y decido darme la vuelta por la misma pista por la que iba.

Me quito el dorsal mientras vuelvo y entro al pueblo de Begues con la cabeza baja de decepción y vergüenza. Soy uno de los que no acaba.

Cojo el móvil y leo los mensajes que tengo y le envió un audio a Juan Pablo, uno de los colegas que tengo en Malta. Él también corría hoy, pero en la Gozo Ultra, carrera que gané el año pasado por estas fechas. Casualmente él tampoco ha acabado la suya.

No recuerdo bien bien que pienso, sólo que como mínimo, voy a poder ducharme y ver la llegada a meta del resto del equipo.

En estas carreras tan largas, muchas cosas pueden ir mal y cuando una va mal, si no encuentras ni las fuerzas ni las ganas, es fácil no acabar. No me gusta no acabar y cuando llego a meta y veo a los corredores pasar, me da envidia y como alguna vez me ha pasado, me dan ganas de volver a echar a correr.

He tenido mala pata, me digo. Mejor así que continuar castigando el pie, pero en el fondo sé que me estoy fallando y que aunque parcialmente cierto, es sólo una excusa. No estoy contento y esta carrera me deja muy mal sabor de boca y lo único que me alegra el día es ver como acaban sus carreras.

Me prometo no dejar ni una carrera más. Cueste lo que cueste.

Quizás por todo esto, acabar la Transvulcania, contra todo pronóstico y sólo una semana después, fuera una experiencia tan dulce. La vistia a mi fisio (Marcos de +Natural), hielo, mucho antiinflamatorio y un par de zapatillas nuevas, tienen la culpa de que disfrutara como nunca con una carrera pese al mal trago de esta.

¿Próximo objetivo? En tres semanas, Trail Els Bastions con 67km y 4.250m+. Repetimos carrera, pero es que esos paisajes lo merecen.

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