Correr mejora mis días

Cuando le preguntas a alguien porqué corre, después de una más que probable pausa, te responderá con lo que más le convenga en ese momento. Nuestra mente racional contestará la pregunta porque cuando nos preguntan estás cosas, quizás nos sentimos con la obligación de justificarnos y de responder con algo interesante.

Cuando el otro día entrenaba con algunos de los chicos, no se cómo llegamos a este tema y acabamos concluyendo que la mejor respuesta a la pregunta ¿Por qué corres? o ¿Por qué corres tanto? era contestar con una pregunta como ¿Por qué no? o mejor aún ¿Y tú por qué no corres?, porque a menudo, la gente que más pregunta es aquella que no mueve ni un dedo.

Estas respuestas te darán mucho juego y una más que probable larga conversación. Sin embargo, esas respuestas a nosotros no nos sirven ¿verdad?

Cuando estamos con nosotros mismos, si esa pregunta acecha, queremos una respuesta más pura, más sincera, queremos la verdad detrás de porque corremos.

¿Por qué corro?

Personalmente, me gusta la idea de correr como método para vivir más. Y no me refiero a lo de vivir más años, sino por aquello de hacerlo más intensamente.

Correr, especialmente por montaña, nos da la oportunidad de vivir aventuras que de otra forma no podríamos haber vivido, de conocer lugares a los que normalmente no habríamos accedido y de conocer a gente, que al igual que nosotros, tienen esas enormes ganas por vivir y experimentar.

Correr es un deporte para optimistas y me encanta rodearme ese tipo de gente. Pero por encima de todo, corro, porque hacerlo mejora mis días.

Cuando no me pongo las zapatillas, los días son más grises y no saben igual, pero si salgo a trotar, da igual que sean 30 malditos minutos, todo cambia. Más energía, más ganas de comerme el mundo y de relacionarme con él, los problemas son menos problemas y en general, todo se ve mucho más claro.

Cuando salgo a correr por la mañana, tengo tal seguridad de que me cambiará el día para bien, como sé que necesito beber y comer para continuar sobreviviendo.

Desde que corro, sólo puedo decir que me siento mejor conmigo mismo y creo ser mejor persona con los que me rodean. Primero porque al sentirme bien, es fácil estar bien con el resto, y segundo, porque corriendo aprendes tal cantidad de valores aplicables a tu vida diaria, que asusta no haberlo descubierto antes.

Correr es de esas pocas cosas que sé que seguiré haciendo hasta que mi cuerpo me diga basta.

Y tú, ¿por qué corres?