Si te da por ver los resultados de carreras de larga distancias y los parciales, verás que muy pocos corredores logran mantener sus ritmos a lo largo de toda la prueba.
Lo cierto, es que saber cómo gestionar las fuerzas en una carrera es más un arte que una ciencia, sobretodo cuando no te conoces al dedillo el recorrido, que suele ser lo que sucede en el 99% de las ocasiones.
A menudo, muchos acabamos bajando el ritmo y caminando por sitios en los que escasas horas antes, hubiéramos corrido sin problema. Es normal entonces, que con situaciones asÃ, lo de caminar esté tan mal visto y se vea más como un signo de debilidad, derrota o fracaso.
Asà que, ¿cuál es la mejor técnica para gestionar las fuerzas y no acabar caminando totalmente desmotivado?
Caminar desde el inicio.
Imagino que entre todos los que lean este post, muy pocos, por no decir ninguno (incluÃdo un servidor), serán tan bestias de poder correr toda una carrera sin caminar algún trozo. Hay que entender que caminar es una herramienta imprescindible para todo corredor de montaña y no algo a lo que debamos recurrir cuando no nos quedan más fuerzas.
Es muy diferente caminar por decisión que por necesidad.
Si aceptamos que somos de carne y hueso y desde el inicio decidimos caminar enérgicamente, con paso firme, por sitios en los que «podrÃas correr», no sólo guardarás energÃa que podrás utilizar durante toda la carrera, sino que mentalmente estarás más fresco y positivo.
Además, es inevitable que te vengas arriba cuando veas que vas superando a otros corredores que no han sabido gestionar tan bien sus fuerzas.
Cuando es al revés, y te ves obligado a reducir el ritmo y otros te superan constantemente… entonces si es un signo de fracaso y hasta la velocidad a la que andas se ve afectada.